Javier Pe??a
pens?? que ??l y su padre tendr??an muchas cosas de las que hablar, tras varios a??os de silencios, de ausencias, de disgustos y de no haber estado a solas en un mismo cuarto. Y que en esa habitaci??n de hospital as??ptica, de pitidos constantes, en la que siempre entraba una enfermera o un m??dico, padre e hijo protagonizar??an la arquet??pica escena de los abrazos y perdones, de las disculpas y de los te quiero, de los di??logos en que se cuentan las cosas que jam??s se dijeron por descuido, decoro o pudor.
Pero no.
Su padre, cada d??a m??s delgado y d??bil, consciente de que su muerte estaba cerca, le propon??a con cada visita hablar de libros y escritores.
De los libros y escritores que siempre rondaron su casa, cuando Javier Pe??a no era m??s que un ni??o y su padre un marinero espa??ol que se iba por meses a surcar oc??anos en diferentes continentes, dej??ndolo con los libros de la biblioteca que se iban transformando en sus amigos, y en la imagen m??s fuerte y precisa de su pap??: un hombre que le??a todo lo que le ca??a en las manos, hasta las instrucciones de uso del champ??, y que, con la mirada fija en las letras, iba murmurando cada s??laba con sus labios.
En un inicio, no entendi?? por qu?? ese hombre que mor??a y con quien no conversaba desde hac??a tanto le hablaba con sus pocas fuerzas de literatura. Por un momento pens?? que era una maniobra de escapismo. Luego, con el paso de las horas, con el agrietamiento de la salud, con el entendimiento de que el tiempo se les acababa, Javier Pe??a, quien creci?? para ser escritor, comprendi?? que
las charlas sobre libros, autores, novelas y cuentos eran la respuesta para esa inc??gnita que siempre fue para ??l su padre.
De estas experiencias juntos antes de la muerte, de estas conversaciones en las que cada p??gina recordada era una gambeta al olvido, surgi?? el p??dcast Grandes infelices y Tinta invisible. El primero es una serie de ensayos sonoros en los que, con la rigurosidad del bi??grafo y el encanto de los narradores, Javier Pe??a narra las vidas de algunos escritores que llevaron existencias tr??gicas, casi de novela, y que incluyen a personajes como Patricia Highsmith, Juan Rulfo, Stefan Zweig, Roberto Bola??o o Elena Garro.
Por su parte, Tinta invisible es una reflexi??n sobre qu?? es ser escritor y, al tiempo, lector. Una pregunta abierta sobre de qu?? tipo de materia, emociones, capacidades, sue??os, miedos y frustraciones est??n hechos los escritores. Simples seres humanos que han tenido que ganarse la vida, pagar deudas, v??rselas con familiares problem??ticos, sufrir enfermedades y luchar contra el dolor que muchas veces carga el genio. Simples personas que tejieron un v??nculo irrompible entre un padre y un hijo que creci?? para ser escritor.
No es necesario preguntar de d??nde surgieron el p??dcast y el libro, porque es clar??simo, pero ??qu?? recuerdos tiene de los primeros d??as de creaci??n de ambos?
Del p??dcast recuerdo estar muy perdido, porque nunca hab??a hecho radio ni nada de audio. Entonces, recuerdo escribir un guion sobre Kurt Vonnegut como si fuese un relato. Me qued?? demasiado largo, tuve que recortarlo, luego lo grab?? muchas veces, pero no encontraba la f??rmula. Y hab??a muchas posibilidades de abandonar el proyecto si no me convenc??a. Recuerdo que mi locuci??n al inicio era demasiado pausada, demasiado lenta, demasiado le??da. Todo era demasiado artificial. Hoy en d??a me niego a escuchar cualquier cap??tulo del p??dcast, pero esto es m??s fuerte a??n con el primero. Con respecto al libro, recuerdo que lo primero que hice fue comprar un cuaderno y apuntar los principales temas que cre??a pod??a tratar el libro, los cap??tulos y los autores que yo ten??a en mente: la mentira, Dickens; la envidia, Dostoievski y Tolst??i, por ejemplo.
Despu??s de todo este trabajo, ??se considera bi??grafo?
No, rotundamente no. No creo estar preparado para serlo, ni mucho menos creo que sea mi intenci??n. Porque para ser un bi??grafo hay que dedicarle casi media vida a un escritor, mientras que yo picoteo de aqu?? y all??. Adem??s, hay que tener unas t??cnicas y unos rudimentos de investigaci??n que, a pesar de que se pueden adquirir, yo no tengo. Yo me considero un narrador, un cuentista, un escritor sobre biograf??as y hechos reales. Con cada autor o tema, lo que yo hago es coger ese pedacito que me permite crear una trama.
H??ctor Buitrago en concierto acompa??ado de Rub??n Albarr??n, de Cafe Tacvba.
Foto:
Andrea Moreno. ELTIEMPO
??Qu?? significa que como lectores nos demos cuenta de que los escritores son sumamente humanos al quitarles el misticismo del oficio?
Cuando empec?? a leer con criterio, a los 14 o 15 a??os, para m?? los escritores eran como semidioses, algo inalcanzable. Ya no tienen ese halo, sobre todo hoy en d??a que se publica mucho. Yo suelo decir que es dif??cil encontrar en una cena de quince o veinte personas a alguien que no haya publicado un libro. Pero m??s all?? de eso, es importante saber que los autores son humanos, porque lo que admiro es justamente eso: que sean humanos. En esta era de la inteligencia artificial es importante reconocer eso de humano que tiene cada libro. Necesitamos obras honestas, reales, en las que sentimos que la persona sufri??, se divirti?? o apasion?? escribiendo. La escritura no es una labor mec??nica, sino un arte.
Algo de lo que se habla mucho en el p??dcast y el libro es que la escritura tiene mucho de juego???
Para m??, la literatura tiene una parte esencial de juego, de diversi??n. Aunque puede que entre de todos los juegos este sea el que tenga mayor significado por la trascendencia que puede tener para nuestras vidas como lectores. La parte l??dica no la podemos obviar, adem??s, aunque las grandes cr??ticas parecen dejar al lado lo divertido de escribir. Cualquier historia es un juego en s?? misma. Por ejemplo, cuando los ni??os juegan entre s??, lo que siempre hacen es inventar una narraci??n en la que se dan papeles y acciones por cumplir. Al final, escribir una novela es esto: jugar con el lenguaje, elegir las met??foras, elegir las palabras.
Katya Adaui es autora de obras como Qui??nes somos ahora.
Foto:
Mafer Guzm??n
Los cap??tulos y fragmentos de Tinta invisible son como peque??as respiraciones, inhalaciones y exhalaciones que se sienten al leerse, ??fue adrede esta estructura?
Una cosa b??sica para m?? a la hora de trabajar los textos y la literatura es la estructura, porque es la armaz??n sobre la que yo construyo todo lo que hago. Pero al hacerlo no se sabe si funcionar?? o no: esa es la magia de la escritura. Yo lo defino como una Mil y una noches, pero sobre historias de autores, porque si Sherezada contaba las historias para que no la matase el sult??n, yo cuento las historias para mantener vivo a mi padre. Creo que este tipo de estructura, de cap??tulos cortos y de fragmentos, funcionan muy bien hoy en d??a, ya que no le dedicamos suficiente tiempo a leer obras con cientos y cientos de p??ginas.
En un momento de Tinta invisible usted dice que su padre estaba navegando por su trabajo. ??Qu?? recuerda de sus partidas? ??Qui??n era su padre en ese entonces para usted?
Tengo amigos en Colombia, en Medell??n, que me dicen que les gustar??a vivir en Europa para experimentar verano, oto??o, invierno y primavera, para sentir el paso de las estaciones. En mi caso, yo de ni??o, aparte de estas estaciones, ten??a las estaciones de lluvia y seca: la primera cuando mi pap?? se iba durante ocho meses y la segunda de alegr??a por tenerlo cuatro meses. Esto cambi?? por completo mi forma de ser, ya que cuando ??l se iba, daba igual que yo fuera el mejor de la clase, porque en mi casa el ambiente era como el de un funeral. En cambio, cuando ??l volv??a, daba igual que yo fuera un ni??o terrible o cabr??n, porque todo estaba bien. Mi padre, entonces, era un hombre capaz de conjurar la tristeza con su partida y la alegr??a con su llegada.
??Qui??n es su padre ahora, tras Grandes infelices y Tinta invisible?
Sigue siendo el mismo y lo que intento hacer es darle ese gran homenaje que no pude darle en vida. Hablar de ??l en todas las presentaciones me ayuda a tenerlo un poco m??s conmigo. Aunque a veces siento que corro el riesgo de mitificarlo en exceso y de convertir a mi padre en un personaje. Sin embargo, los escritores somos as??: todo lo que tocamos lo volvemos trama. Un autor es tal no tanto por lo que publica, sino por c??mo ve el mundo por la mirada que da sobre la realidad.
A los 14 a??os usted supo que quer??a ser escritor, ??c??mo se dio cuenta de que esa era su vocaci??n?
Creo que siempre quise contar historias porque fui un ni??o muy solitario. Mis hermanos eran mucho mayores que yo, as?? que jugaba solo. Ten??a muchos amigos imaginarios, jugaba partidos de f??tbol yo solo, me la pasaba a m?? mismo, paraba y remataba. Siempre tuve un elenco de personajes a mi mano. No me di cuenta hasta los 14 a??os, cuando empec?? a leer literatura, que todo aquello era algo m??s. Supe esto gracias a Alejandro Dumas, Julio Verne, Tolkien. Luego, a los 16, llegu?? a Borges y Cort??zar. Todo esto me ense???? que hay una forma muy distinta de escribir, algo que examinaba al ser humano e invitaba a repensarlo. Creo que fue ah??, en ese momento, que decid?? que quer??a escribir mis primeros relatos.
??Alguna vida de escritor ha sido tan dura que no ha sabido c??mo abordarla? ??O, al contrario, pens?? que alguna era demasiado tr??gica y descubri?? que era en realidad feliz?
No, de momento no he encontrado una vida de escritor tan dura que la descartase por ello. Creo que hallar una historia tan dif??cil que me emocionase, tratar??a de contarla con una visi??n en la que encontrara un refil??n feliz, porque la idea tampoco es deprimir a nadie. Hasta en la m??s triste de las vidas hay algo de luz, as?? como en las vidas m??s felices siempre habr?? alg??n tipo de sombra. S?? me ha pasado al rev??s, buscar a escritores y no encontrar ese refil??n infeliz. O m??s que infelicidad, que no me generara la misma emoci??n que otros o que no me permitiera abordar su historia con el m??todo que he ido usando en Grandes infelices, en el que necesito una trama y escenas.
La escritora brasilea Rai Soares.
Foto:
Archivo particular
Usted trata con mucha bondad y ternura a los autores que aborda, ??por qu???
No s?? si es bondad o ternura. Puede que s?? o puede que no, pero lo que yo hago es intentar no juzgar demasiado. Yo expongo los hechos y culpas que tienen cada autor, sin emitir juicios. Vivimos en una sociedad que no escucha y juzga demasiado, en la que se quiere cancelar inmediatamente a todos sin escuchar razones o motivos para condenar. No creo tener la capacidad ni el derecho a juzgar.??